La cabecera de esta página muestra una secuencia fotográfica en la que se descompone el movimiento de una joven que baja unas escaleras. Estaba convencida de que era de Duchamp, pero no, se trata en realidad de una obra de Eadweard Muybridge. Mil ochocientos ochenta y tantos. Sabemos que después se inventó el cine exin y un poco más tarde las webcams, todo en tres sencillos pasos. ¿Y los catorce rombos? ¿Por hablar de una serie de clichés con desnudos ya advierte esta remilgada de contenidos no aptos para todos los públicos? ¿Qué tipo de mojigata escribe en este blog?, se preguntarán. Resulta que entre mis nuevas distracciones está la visita a una página en la que puedo contemplar en directo la intimidad y las habilidades de cuarenta personas. Me sorprendo ahora con una curiosidad enfermiza mirando sin pestañear el cutrerío y la sordidez ajena, yo, la misma que montó un pollo del quince en un hotel de Madrid porque tenían sintonizados canales porno en el intervalo que va desde tve-1 a telecinco y no había forma de zapear sin ver a una rubia con manicura francesa mostrando sus dotes amatorias. A continuación, sin más, el desglose de imágenes de un señor aficionado a teletienda homenajeando a Muybridge.