martes, 9 de diciembre de 2008

Nuevos conjuros

Puente de la Inmaculada. No tengo belén ni ganas. Bajé por azúcar al chino de calle la victoria y vi una caja de luces, cuatro euros, y un peluche-noel, sesenta céntimos. Recuerdo que de pequeña -no sé, cinco años- una tarde, al bajar del autobús escolar, mi madre me contó que había tenido una charla con los peluches y que se querían ir de la casa porque mi hermano y yo no jugábamos ya con ellos. Flipé, no porque hablaran, cosa que me parecía bien, sino porque se había gestado una revuelta a mis espaldas sin dar antes ni un pequeño ultimátum. Tras duras negociaciones, el oso burdeos -instigador de la movida-, caperucita cabezona, la muñeca yugoslava y otros decidieron quedarse con nosotros un tiempo. Diez años más tarde fueron todos de cabeza al contenedor, sin contemplaciones. No, la yugoslava debe andar aún por ahí. En cualquier caso, el papá noel de cero sesenta ha visto el cielo abierto al verme entrar en el chino. Que estaba hasta las pelotas de decorar puertas y ventanas, repartir caramelos a niños groseros y colocarse la barba y la barriga con disimulo. Ya, le dije. Yo pensaba colgarte del árbol y electrocutarte con las luces musicales del demonio, en plan día de la bestia. Me parece una buena opción, respondió. Y lo hice.



























«Conjuro contra el espíritu maligno», 2008




























«Conjuro contra el espíritu maligno», 2008. Detalle.





Debemos desarrollar una actitud de no-resistencia al mundo;
Lo negativo es negativo,
Lo positivo es positivo,
Las cosas son.
Las cosas aparecen, se transforman,
Y luego cesan simplemente de existir;
El mundo exterior, en cierto modo, viene dado.

(…)

M. Houellebecq, «Supervivencia».
Ed. Acuarela.