lunes, 29 de diciembre de 2008

20.000 kilómetros de cableado submarino

Cableado submarino de telecomunicaciones. O «el mundo a un click: velocidad punta», 2008



Leí esta noticia hace una semana: La ruptura de tres cables submarinos deja a Egipto sin Internet. Hace años guardaba recortes de periódicos en cajones, carpetas o libros, según la clasificación que hiciera. Ahora guardo enlaces en una carpeta que creé en «favoritos». No ocupan nada, no amarillean, pero estas noticias, por algo, me parecen más bien sospechosas. Es posible que la página que está buscando se haya eliminado, que haya cambiado su nombre o que no esté disponible temporalmente. Nuevas contingencias. Vuelvo a los tres cables submarinos rotos en Egipto. En plena era wireless, en el siglo del bluetooth –buscando dispositivos activos, elisabeth23, nokia6110, buscando-, los satélites que antes fotografiaban los titulares del periódico de cualquier señor sentado en un banco del parque ahora sintonizan con nitidez absoluta el pensamiento emitido al aire libre. Oh, Orwell. Que tres cables submarinos de punta a punta conecten físicamente algo-con-algo devuelve la fe a cualquiera que de pequeño imaginara que los ángulos de los muebles conectaban con los ángulos de otros muebles por un hilo muy fino que había que evitar pisar.



«Vectorial elevation», Rafael Lozano-Hemmer



«Vectorial Elevation», Rafael Lozano-Hemmer





Yo enfoco la programación como si fuera escritura creativa. No empiezo con un diagrama de flujo. Empiezo con un bucle simple y luego observo cómo afectan pequeños cambios en el código al resultado visual. Nunca planifico qué hará el código exactamente, y a menudo acabo incorporando algo que no había anticipado pero que el código ha hecho durante las pruebas.

John F. Simon Jr.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Sinestesia matinal

A las 8:17 sonó el pan. Rebanada con mantequilla. ¿Naranjas? No quedan. A beber ficción: tetrabrick al canto.




Sabe, lo juro, a escalera mecánica.

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- Un poco escueto, ¿no?
- Es todo lo que tengo que decir.

martes, 9 de diciembre de 2008

Nuevos conjuros

Puente de la Inmaculada. No tengo belén ni ganas. Bajé por azúcar al chino de calle la victoria y vi una caja de luces, cuatro euros, y un peluche-noel, sesenta céntimos. Recuerdo que de pequeña -no sé, cinco años- una tarde, al bajar del autobús escolar, mi madre me contó que había tenido una charla con los peluches y que se querían ir de la casa porque mi hermano y yo no jugábamos ya con ellos. Flipé, no porque hablaran, cosa que me parecía bien, sino porque se había gestado una revuelta a mis espaldas sin dar antes ni un pequeño ultimátum. Tras duras negociaciones, el oso burdeos -instigador de la movida-, caperucita cabezona, la muñeca yugoslava y otros decidieron quedarse con nosotros un tiempo. Diez años más tarde fueron todos de cabeza al contenedor, sin contemplaciones. No, la yugoslava debe andar aún por ahí. En cualquier caso, el papá noel de cero sesenta ha visto el cielo abierto al verme entrar en el chino. Que estaba hasta las pelotas de decorar puertas y ventanas, repartir caramelos a niños groseros y colocarse la barba y la barriga con disimulo. Ya, le dije. Yo pensaba colgarte del árbol y electrocutarte con las luces musicales del demonio, en plan día de la bestia. Me parece una buena opción, respondió. Y lo hice.



























«Conjuro contra el espíritu maligno», 2008




























«Conjuro contra el espíritu maligno», 2008. Detalle.





Debemos desarrollar una actitud de no-resistencia al mundo;
Lo negativo es negativo,
Lo positivo es positivo,
Las cosas son.
Las cosas aparecen, se transforman,
Y luego cesan simplemente de existir;
El mundo exterior, en cierto modo, viene dado.

(…)

M. Houellebecq, «Supervivencia».
Ed. Acuarela.