lunes, 26 de abril de 2010

Estado de(l) sitio

Andorra requiere cuidados: un pintor, un electricista, un fontanero, incluso –ya puestos- un ingeniero en telecomunicaciones. Evito llamar a nadie y, sobre todo, el enchufe en el que me puedo quedar pegada como una imbécil. Si la cosa empeora, diré que sufro un bloqueo internacional y quemaré el pasaporte. No quiero que intervenga la diplomacia, advierto. Ya me apaño sola (y las tardes son largas).



Interludio en Londres

Hibernamos entre ladrillos
Y vivimos al otro lado de las ventanas
Con mermelada y té a las seis
Indiferentes a lo que haga el viento
Indiferentes a los aguaceros
Que mitigan los huertos del año pasado

Y apáticos, con cigarros
Despreocupados, mientras por la calle la primavera sigue
Alentando los tiestos cubiertos de mantillo,
Y las molduras como flautas rotas en las ventanas de las
buhardillas.



T. S. Eliot

"Inventos de la liebre de marzo",
traducción de Dámaso López García.
Ed. Visor.

lunes, 19 de abril de 2010

Hogares

Debo contestar emails, pido disculpas. Esta semana me pongo. Llevo unos días desconectada del mundo. Cada día corto más hilos: llamadas, citas, periódicos… Aprueban el reglamento de disciplina urbanística y me entero la última. Sí, ya sé que no va a pegar a la puerta de mi casa un apuesto testigo de Jehová para traerme la última palabra sobre la perversión urbanística. Lo sé, pero me quejo, porque es gratis. Dice la noticia que el reglamento llega treinta años tarde, así que tampoco merece la pena darle más vueltas al asunto, aunque sí a ese tiempo de espera. Nadie aguanta tanto: quince minutos, seguro; veinte minutos, puede. Treinta años de espera, imposible. Ese redactor es de tecla fácil y no sabe de cuántas horas está hablando.

Al margen de esta diatriba, después de muchos días sin saber nada, salvo que llueve, esta tarde abrí El País y me topé con ‘La nube de ceniza altera la agenda global’. ¿Qué ha pasado? Tampoco nadie me ha informado de esto. Leo que Juan Carlos I no ha podido acudir al cumpleaños de la Reina Margarita de Dinamarca (!). Sigo leyendo… 'Conciertos sin músicos'. No leo más. Ahí me quedo, en esas tres palabras. Una nube que traga músicos… Como ya no permito comentarios, me entrego a estas frivolidades. Seguramente se trata de una catástrofe colosal, no lo sé, no le leído más, insisto. Sinceramente, más allá de esos músicos fantasmagóricos, no me interesa casi nada. Bueno, también me interesa el titular que aparece asociado a esta noticia que dice “Observa la evolución de la nube, (Universidad de Aarhus)”. –Observo, observo-. Es aquí. Un mapa de Europa con flechas, sin indios, y una mancha que oscila.

Mañana volveré a decir que el blanco es bonito, que no he tenido pesadillas, y que una farmacia es un oasis en el que me quedaría mil horas, sentada en el banquito para donde se toma la tensión, sin decir nada, 2010


Szymborska, inevitable, otra vez:

NUBES

Con la descripción de las nubes
debería darme mucha prisa,
después de una milésima de segundo
dejan de ser ésas y empiezan a ser otras.

Es propio de ellas
no repetirse nunca
en formas, matices, posturas y orden.

Sin la carga de ningún recuerdo
se elevan sin problemas sobre los hechos.

¡De qué van a ser testigos!,
en un segundo se disipan en todas direcciones.

En comparación con las nubes
la vida parece tener los pies sobre la tierra,
se diría que es inmutable y prácticamente eterna.

Frente a las nubes
hasta una piedra parece un hermano
en el que se puede confiar
y las nubes, nada, primas lejanas y frívolas.

Que exista la gente si quiere,
y después que se muera uno tras otro,
poco les importan a las nubes
todas esas cosas
tan curiosas.

Sobre toda Tu vida
y también la mía, aún incompleta,
desfilan pomposas igual que desfilaban.

No tiene la obligación de morir por nosotros.
No necesitan ser vistas, para poder pasar.

martes, 6 de abril de 2010

Seguir un buzón


Hay días y días. También hay días… Hoy, por ejemplo, es un día. (En realidad, aunque parezca increíble, siempre es un día, pero eso es otro tema).

Últimamente tengo que salir de Andorra de vez en cuando para hacer cuatro cosas que bien podría hacer en mi nombre cualquier persona sensata a la que yo otorgara poderes, pero no, sigo sin mayordomo y sin secretaria personal. ¡Bah! Quiero contar, orgullosa, un par de tonterías. La primera: que un policía local me ha increpado esta tarde –con más razón que un santo- por bloquear el carril de una calle de doble sentido y –con razón yo también, sentada en el asiento del conductor- le he soltado, a gritos, que “no puedo mover el coche si no tengo las llaves; mi padre se las ha llevado y me ha dejado aquí encerrada como a un perro”. Jamás pensé que era tan fácil llegar al corazón de un municipal. El agente se ha ido conforme sin decir ni pío. Es para flipar, sí. (A ver si el cambio climático, Dios y la llegada del hombre a la Luna van a ser verdad). En cualquier caso, desde aquí invito a los cuatro gatos que leen estas líneas a bloquear carriles y putear al municipal que se le acerque. He comprobado que no pasa nada. La segunda tontería supera la anterior: me han publicado un libro de poemas. (Oh, ah, diría Martin Wittford. Love you, añado yo). En fin, desde aquí mando un mensaje a mi madre para que le regale el librito a mis tías y tíos, que son la tira: prometo leerte a Pío Moa en voz alta mil veces más, chiquita mía, y quejarnos juntas, indignarnos, escribir cartas al director de El País, ¡lo que quieras!

Esto… Ya sabemos que a mí sólo me conocen en mi casa a la hora de comer, es evidente, pero es posible que algún curioso quiera saber qué más cosas hago además de vivir en Andorra y desvariar: “Seguir un buzón”, Editorial Renacimiento.





¡Ah! Recientes e innegables influencias maternas en mis lecturas han hecho de mí una cafre que no tolera comentarios en el blog, ni buenos ni malos. Siempre hay consuelo: tengamos presente que Nati Abascal nos quiere a todos –a mí me hace la vida más llevadera, la verdad-. Nati y los antidepresivos de nueva generación, confieso.

Se acabó el rollo.

Ojos, lentillas, sueño.

Virginia