lunes, 15 de marzo de 2010

Naranja butano


Ni me he pegado un tiro ni teclea esto mi albacea. Sólo he pasado un tiempo en un paraíso fiscal, sin hacer mucho ruido. He descubierto que se puede vivir una semana con tres mandarinas, es decir, que se puede uno alimentar de ellas sin pasar graves penurias, o ponerles nombres cachondos y hablarles, que también. Yo creo que lo suyo es hacer las dos cosas. Se les pone nombre el lunes y se empieza a negociar con ellas a partir del martes: aclaramos cuál es la situación, se desdramatiza un poco con un "no somos nadie”, “estamos aquí un rato” o, sólo si sabemos citar con corrección a Horacio, es posible soltar eso de "carpe diem quam minimum credula postero". Esto último consuela mucho al cítrico si es de letras y ha recibido una sólida educación cristiana, lo he comprobado durante estos últimos cuatro meses. No me quiero enredar mucho: las mandarinas fueron cayendo, no creo que sea preciso aclararlo, pero a veces puede leer este blog algún alma cándida o cualquier criatura sin escolarizar con una erección por atender que vaya buscando información sobre el dichoso cam4. Le pido sinceras disculpas a este hipotético segundo lector por no poder prestarle la ayuda que merece. Aquí no es eso, ya ve. Google es muy puto y le ha traído hasta aquí, pero está usted a sólo dos clics del cielo. Esto no es el cielo, es sólo un deprimente paraíso fiscal, y yo tengo mucho sueño. Hoy he vivido dos veces el día. Me he despertado “mañana”, en lugar de “hoy”, por una expropiación forzosa. Muy forzosa. No miento. Tengo mucho sueño. Iba a explicar con detalles cómo es mi penoso paraíso fiscal, no sea que alguien piense que esto es la repanocha y me envidie a tontas y a locas o quiera instalarse aquí. No mola Andorra. Mi diccionario no es ilustrado, pero sirve para hacerse una idea:

Paraíso.
(Del lat. paradīsus, este del gr. παράδεισος, y este del avéstico pairidaēza, cercado circular, aplicado a los jardines reales).
~ fiscal.
1. m. País o territorio donde la ausencia o parvedad de impuestos y controles financieros aplicables a los extranjeros residentes constituye un eficaz incentivo para atraer capitales del exterior.

No tengo portero electrónico ni cojo el teléfono. Poco más.

Así está bien.


Esto no son tres mandarinas, 2010