domingo, 1 de febrero de 2009

De infamias y estufas. (Robert Walser)


Estoy hasta las narices de leer en las solapas de los libros que el autor tenía la pelota empeñada en un quinto piso. Ha llegado la cosa a un punto en el que sólo me sorprendo cuando de la lectura de la biografía deduzco que el escritor gozaba de una razonable y vulgar salud mental. Que ya está bien, que es como pedir con un perro, por favor. Que voy a comprar el libro sí o sí, no hace falta entrar en las flaquezas y miserias de la gente. Digo todo esto porque hamo a Robert Walser y me he topado esta noche con lo siguiente:


“Vida de poeta”, Ed. Alfaguara, Robert Walser (texto íntegro):


Nació en Biel (Suiza) en 1878. Con permanentes problemas económicos y sin un trabajo estable, vivirá en Stuttgart, Zúrich, Berlín y Berna. A partir de 1925 se manifiestan en él los primeros síntomas de su locura: alucinaciones, terrores nocturnos, embriaguez y agresividad. En 1929 ingresa en el manicomio de Wandau. Morirá en Herisau, durante un paseo, el día de Navidad de 1956.


Vamos a ver. ¿Quién ha redactado esto? ¿Su despechado psiquiatra porque le dejó a deber las tres últimas consultas o un ex-redactor de Pronto –murió dando un paseíto el día de Navidad-?

Afortunadamente, en el interior…


Discurso a una estufa


Una vez pronuncié un discurso a una estufa y quisiera transcribirlo aquí hasta donde lo recuerdo de memoria.
Asaltado por toda suerte de pensamientos iba un día de un extremo a otro de mi habitación. En cierto modo me había extraviado, perdido, y hacía grandes esfuerzos por orientarme de nuevo, lo cual me costaba numerosos suspiros; era, eso sí, absolutamente incapaz de disimular que estaba angustiado.
Y entonces vi a la estufa sonreír sarcásticamente desde su imperturbable quietud estufesca.
“A ti no te afecta nada”, le grité furioso y con sincera indignación, “no estás sometida a ningún tipo de excitación. La inquietud no te atormenta ni te afligen las calamidades.”
“¿No es acaso cierto, so pasmona e insensible majadera, que al no tener capacidad ni, por lo tanto, necesidad alguna de moverte, te imaginas que vales una enormidad?
“Como eres una pasmona burda e insensible, te crees grande.
“¡Vaya grandeza!
“Como desconoces cualquier tipo de tentación, te crees una mujer modelo.
“¡Vaya feminidad!
“No sentir nada, contonearse como una osa gruñona o una elefanta parece ser tu concepto de feminidad.
“Como nunca en tu vida has pensado en algo más profundo, tienes el descaro de burlarte insensatamente de quienes deben enfrentarse a toda suerte de dudas y escrúpulos.
“¡Valiente amiga eres tú!
“Es muy evidente que, hasta ahora, el mundo te ha echado en falta. En ti y en tus semejantes bien puede confiar el mundo.
“Como no necesitas luchar ni combatir, te consideras perfecta.
“Como nunca has condescendido en nada ni te has dejado ver allí donde hombres y corazones son puestos a prueba, te figuras estar libre de toda flaqueza, por lo que te permites señalar con el dedo a quienes, arriesgándose a entrar en el campo de batalla, sacan a la luz sus flaquezas y errores.
“Cobarde rebosante de energías que no se atreve a moverse para no tener que revelar dónde están sus defectos: avergüénzate de no haber tenido que avergonzarte jamás ni un poquito; quien no sabe lo que es dedicarse a una causa justa tiene el corazón cubierto de grasa y la buena voluntad asfixiada.
“Quiero que sepas que más que cualquier buena reputación me importa mi tarea, para mí más importante que la necia fama de no haberse equivocado nunca.
“Quien nunca se equivoca es probable que jamás haya hecho nada bueno”.


R. Walser







"La femme infame", 2009